En la vida de nuestros pueblos antes de que el pantano y la emigración cambiaran radicalmente sus costumbres, sus modos de vida y su paisaje humano, la primavera tardaba en llegar, el invierno se resistía durante meses a abrirse a los días más largos y más cálidos.

En la memoria de los que tuvimos la suerte de vivir como niños aquéllos últimos años, los primeros sesenta del siglo pasado, la primavera se resumía en el mes de Mayo, que en la escuela se celebraba con entusiasmo: era el mes de María, con cánticos y flores en honor de la Virgen. Como remate de todo ese tiempo de fiesta, alegría y anuncio del verano llegaba la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, el Corpus Christi, uno de los “tres jueves del año que brillan más que el sol”.

En la memoria infantil quedan para siempre aquellas imágenes de procesión solemne, en la que el pueblo entero salía a recorrer las calles tras el sacerdote, precedida por los niños que iban sembrando las calles de flores (zapatines entre otras) recogidas por el monte en aquellas cestas de mimbre que llenábamos hasta los topes.

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Este año hemos querido recoger en imágenes la procesión del Corpus de un pueblo, Burón.	El día, 18 de Junio, era domingo, pues ya hace años que la fiesta del Corpus no se celebra el jueves que le corresponde, y se traslada al domingo.	Lo que sí se mantenía intacto era el buen tiempo, con sol radiante, y la ilusión de los participantes que se dieron cita, unos llevados por su fe católica, otros quizá por mantener una fiesta tradicional tan sugerente y querida.
Antes de la misa ya estaba preparada sobre el prado, delante del pórtico, una imagen del Niño Jesús entre flores y con una alfombra a sus pies. .	Al concluir, un hombre sacó el pendón y tres mujeres llevaron los estandartes precediendo al sacerdote, que recorrió bajo palio las calles del nuevo Burón.	Detrás, el resto de los feligreses acompañaban los cantos que son propios de esta fecha
Idem	Idem	Al finalizar la procesión, de nuevo ante el pórtico, el sacerdote bendijo a los fieles y poco después se puso fin a la celebración.
No fue una procesión multitudinaria, ahora ya solo va el que quiere y puede, y la población de los pueblos de la comarca es reducida, pero no desmereció en nada lo que debe ser un acto religioso, tradicional y festivo.	Desde aquí quiero dar las gracias en nombre de todos a los que organizan y se preocupan de que salga bien la procesión, al sacerdote, a los que llevaron el pendón, los estandartes y el palio, a todos los asistentes que al final somos también los que la hacemos posible, ...	... y al organista (Luis Viñas), que ha conseguido dar a la iglesia de Burón una dimensión, una sensación nueva y emotiva.
Y el año que viene, si no pasa nada raro, iremos también al Corpus de Cuénabres, que se anuncia con un cartel precioso que invita a ir. ¡Hasta entonces!		Y el año que viene, si no pasa nada raro, iremos también al Corpus de Cuénabres, que se anuncia con un cartel precioso que invita a ir. ¡Hasta entonces!