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Ceremonias Fiesta Merindad

Durante los dos días se hicieron presentaciones y discursos, comidas populares, Misa solemne en Latín, pasacalles, etc...

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Las Ceremonias de la fiesta de la Merindad

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Las representaciones de los pueblos de la antigua Merindad posan durante las presentaciones

Los alcaldes de los pueblos de la Merindad de Valdeburón

BURÓN.— Por la tarde, para continuar con la jornada medieval, se representó un teatro de calle en el que los actores compartieron escenario con el público, abriendo boca al acto más espectacular de la jornada: las justas medievales a caballo, que evocaron una de las batallas que tuvo lugar en territorio de la Merindad. A continuación de este acto tuvo lugar un pasacalles con bufones y un espectáculo de fuego que hizo las delicias del numeroso público asistente.

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EL DIARIO DE LEÓN --- Martes, 29 de Agosto de 2006: Sábado de gloria en Valdeburón (J. MARTÍN DIEZ CASADO)

HA SIDO COMO UN SUEÑO. En algún momento el personal, de pura emoción, llegó a embeberse tanto de las sucesivas tramas que el ánimo subió de tono y se contagio mágicamente hasta el punto de saltar en una mezcla explosiva de aplausos y emoción. Tampoco faltaron lágrimas. Ni había sido excesivamente publicado, o al menos podríamos decir publicitado, ni nada por el estilo. Mira tú que si le hubieran hecho una campaña de márketing tipo Spilberg no sé que hubiera sido. El éxito fue clamoroso.

La Merindad de Valdeburón, sí, nos sonaba, ¿verdad?, pero, seamos sinceros, poco más. Una cosa que había transcurrido allá por los antiguos pasillos de la historia, aquí en nuestros pueblos, de trascendencia notable parecía ser. ¿Y?

Y van y montan los vecinos de los pueblos una remembranza de los hechos que nos ha dejado boquiabiertos

«El caso es que parece Porfi, el alcalde», decían unos. «No, calla, quita hombre, cómo va a ser. Con ese mantón, imposible, si todavía hablé yo ayer con él», decía otro, incrédulo. Por la voz parece, pero no del todo: «Señor regidor de la Villa de Liegos, sus peticiones serán atendidas y trasladadas al Rey tal como me lo demandáis...». Hasta hubo quien se acercó cuando pudo a comprobarlo mientras otros esperaban por el resultado: que sí que es él. ¿Y aquél? Pero si parece el alcalde de Polvoredo, y el otro el de Retuerto... y el de Burón y Sajambre y Valdeón y Maraña y todos. Oye, es que estaban todos, con sus trajes y con su interpretación impecable.

Esa fue la gracia, que eran los auténticos. Diré mejor, la gracia fue que lo bordaron, porque no hacían de alcaldes, no, es que eran los alcaldes

Lo bordaron todos: alcaldes, vecinos, veraneantes... nadie falló. Lo bordaron también esas personas de cada pueblo vestidos para la ocasión, unos con papel de protagonistas, otros de reparto, aunque todos de sobresaliente. Y una Merina Mayor que ni pintada, que vaya que si pintaban ellas, a lo que parece, ya entonces. Siglos más tarde aparecería la pólvora , como es sabido, y lo chusco del caso es que vienen ahora los y las autoproclamados feministas de nuevo cuño y nos endilgan que fueron ellos los del invento.... Decía que el clima se hizo tan bueno, tan positivo, que no había bien terminado de empezar a rodar la mañana cuando los más vergonzosillos se habían integrado plenamente y todo el mundo vivía, pensaba y hasta hablaba en merindad . Días atrás, algunos, los de siempre supongo, y tampoco yo, habían puesto tiempo y trabajo abundante en el empeño.

Antes del solemne desfile por las calles del nuevo Burón y desde temprano ( la del alba sería....) en los distintos pueblos la gente se fue organizando, todavía sin sospechar que iban a ser testigos y protagonistas de algo que por aquí no había sido visto ni imaginado. Fue entonces cuando se empezó a ver que la cosa cuajaba, para sorpresa de unos, pasmo de muchos y contento de todos.

Sí, ya sé que en la tele, en Madrid, en Barcelona y en Pekín, hacen cosas muy importantes, muy guapas, muy mucho, muy demasiado. Sí, pero este cesto se hizo hoy, aquí y ahora, con los mimbres que tenemos (o sea, que diría el otro).

Y nos alegra que después de tanto sufrimiento y de lamentar que el dichoso pantano haya hecho todavía más daño a la montaña de lo en principio se había previsto, que no era poco; viendo como las cicatrices son patentes y se reabren cada verano, con la bajada de las aguas las más visibles, pero no las más graves; vemos, en fin, que nuestros pueblos (algunos) siguen vivos. Pero la alegría es mayor al ver y palpar la que se montó el sábado 29 de julio. Hubo un ambiente mágico, insisto, no visto en muchos años (diecinueve son ya por estas fechas desde que fuimos testigos de lo que a muchos dejó marcados: la imagen dantesca de las palas tirando un pueblo, tirando a Burón, mientras algunas de sus gentes caminaban traspuestas y desoladas por las que, ya no eran calles)

Necesitábamos algo como esto, y los más no habíamos dado con ello, no nos habíamos dado cuenta. Necesitábamos este aliciente en nuestra zona, era necesario. Porque veamos, no ha sido una juerga, tampoco una fiesta al uso. Ha sido otra cosa, no sé como llamarlo, pero ha sido un éxito En el cielo de la tarde buronesa se respiraba un clima de satisfacción, de contento, de no sé que, pero de algo que desde tiempo inmemorial no se respiraba a la sombra del pico Burín. Sabemos y reconocemos que tanto en el éxito de la representación del sábado 29, como, lo que es más importante, en toda la larga travesía que vivieron nuestros pueblos, alguien tiró mucho más del carro (alguno hay que va subido en la parte de atrás, en las escalerillas de la hierba, descolgado, incluso tirando para atrás, cuando el que va delante de las vacas se descuida, parecido a cuando en cierto pueblo los críos entonces y en grupo (los rapaces), liderados por los mayores y más fuertes, huérfanos de videojuegos y derivados, como práctica de juego (léase travesura en jerga local) intentaban ilusos frenar el carro. Cuando los descubrían, porque siempre los descubrían, y si es que los pillaran, que va a ser que no, corrían el serio peligro de que los arrearan y midieran con la aguijada, en premio más que nada a la osadía mostrada, que no al daño causado. Sabemos, volviendo a lo nuestro, que los que tiran del carro estaban allí, sabemos quienes son, sabemos como se llaman. Gentes de los concejos de Alión (Salamon), Burón, Maraña, Valdeón, Sajambre, pueblos de la zona (invitados han dicho), como Liegos, Acevedo etcétera; subidos y remando en el mismo barco de la montaña que se resiste a ser hundido (tocado, pero no hundido), y mira que ha sido torpedeado. Gentes con fe, trabajadores y que como los pardales, se quedan en invierno. Y otros más.

Ellos son los que han conseguido de forma tan inesperada como emocionante que durante un intenso día de julio nos hayamos trasladado a una época remota, donde aunque las dificultades fueran muchas, posiblemente lo peor estaba por venir, deslizándose en caída libre por los precipicios de la historia.

Y qué decir del marco de la celebración, del magnífico e incomparable prado de la fiesta; pues eso, que a pesar de la puñalada pantanera nos alegra comprobar que, siquiera sea a nivel de nuestras coordenadas locales de la montaña oriental leonesa, como nos plasman en los tabloides quienes nos miran desde lejos, Burón sigue siendo mucho Burón.

Ha sido un día inolvidable. Al cabo, para olvidables por desgracia ya hemos tenido bastantes; días e incluso años tras aquel fatídico verano del 87.

Viejo amigo de jóvenes batallas estudiantiles, me aborda con sorpresa mutua al caer el día cerca del pueblo. Los senderos de la vida nos distanciaron, lamentamos a coro. Miramos atrás y justo coincide: la tarde más se oscurece y el camino que serpea y débilmente blanquea, se enturbia y desaparece. -Todo genial me dice, para mi que la concesión hecha durante la vistosa representación ecuestre de la tarde al supuesto o presunto señor de Allende como hipotético Merino evidentemente sobraba.

Sé y conozco que el detalle ha sido inocente y bienintencionado añado.

-Ya, pero es hora pasada de soltar lastre, máxime teniendo en cuenta (corrígeme, apostilla) que el Burón de hoy de ahora y de aquí nada debe al falso Merino. Nada bueno al menos.

-Si el viejo Burón le debe mucho o no, servidor ni confirma ni desmiente, lo desconozco. No tengo edad.... Si conozco, en cambio, que son legión quienes juran y perjuran que sí, efectivamente es mucho lo que se le debe. A saber: la última y más grande de todas las desgracias.

-El título de Merino, al parecer hoy con carácter nobiliario, en Valdeburón los nativos siempre lo asociaron a Gómez de Caso quien, por cierto, ahora que lo pienso, a mí también me suena.

-De lo pasado nada tiene ya remedio, tercio por mi parte. Nos despedimos deseando que el camino de nuestra amistad no se enturbie y desaparezca con los años como el atardecer del poeta, hasta para eso sirvió la fiesta y apuntamos para Burón al fin y por fin un sábado de gloria en pleno mes de julio. Gracias y enhorabuena a quien corresponde y a quien corresponda. Vuestro es el mérito, vuestra también debe ser la gloria.

 
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