El
Oso
Colaboración aportada por Margarita Alonso Corales (Burón - Marzo 2006). Según
María Piedad Reyero -madre de Carlos Alende Reyero- esta
poesía fue escrita por Teodomiro
Sánchez, hermano de Serapio Sánchez,
y tío de Felipe, Arselina, Margarita, Sagrario,…
aproximadamente entre los años 1945-1947. Teodomiro
estaba casado con Felicidad (de Cistierna),
era maestro y estuvo dando clases en Riaño.
Si el invierno nieve da,
la primavera da flores.
Burón y La Vega dan
agerridos cazadores.
Del oso en cuestión
se sabe
que era hidalgo y montaraz
huérfano de padre y madre
desde su más tierna edad.
Nacido en el valle de
Hormas
de padres de regia estirpe,
su madre le dio las normas
para de por si regirse.
Su padre el oso peludo
que era más ladrón que caco
también mató cuanto pudo
aunque estaba siempre flaco.
En extrañas correrías
por majadas y collados
su presencia fue temida
para todos los ganados.
Esta vida aventurera
hasta Hormas los llevó
donde nació nuestra fiera
que en el Pontón pereció.
El mayor de cinco oseznos
de una misma camada
era el más astuto de ellos
y a todos aventajaba.
Cansado de los hayucos
y bellotas en la cama
con su madre salió al mundo
dispuesto a adquirir la fama.
En Portilla
una majada
de merinas asaltó
después de una buena hartura
tres de ellas enterró.
A comer carne enterrada
su madre lo acompañó
y un pastor que vigilaba
en el acto la mató.
Grande su pena sería
pues se oyeron sus lamentos
pues nuestro oso tenía
también nobles sentimientos.
Esta muerte que le hería
tan de lleno el corazón
le hizo pensar que sería
del crimen expiación.
“Señor pequé”,
así decía
con gran dolor y aflicción
y a cumplir la penitencia
y en acto de contrición
marchó a matar un jato
del “Pájaro” a Pontón.
En Burón
no continuó
esta vida el penitente
pues el Trosky le enseñó
sus carrancas y sus dientes.
En extraños amoríos
con una osa lebaniega
tuvo un hijo a quien le lega
sus bienes y poderíos.
“Déjole la cueva
grande
de Hormas donde nací
que es refugio formidable
el mejor que conocí”.
“Déjole dueño
a su luto
de todos montes y collados
para que cobre a su gusto
los diezmos de los ganados”.
“Y pido a los cazadores
si alguna vez me dan muerte
me concedan los honores
de una juerga bien fuerte”.
(Brindis)
Bebed, bebed cazadores
porque lo quiere la presa.
Apurad ya los licores
que yacen sobre la mesa.
Venga ya, ¡por Baldomero!
que si el día del Saltadero
tuviste gran decepción,
¡te vengaste puñetero!
el otro día en el Pontón
A Pepe el de Epifania
echadle también que beba
que al oso paso la entraña
con su escopeta nueva
Ya que de los Pepes
vamos,
no olvidar al de Candelas
al que todos admiramos
pues es valiente de verás
Echadle para que cuente
algún chiste de su ingenio,
si se enfila puede hacer puente
en su cuñado Eugenio
Echad que beba Saturno
que se nos quedaba atrás,
pues hay que seguir el turno
se beba menos o más.
Llenarle el vaso otra vez
que la fragua da calor.
si se enfila, Antonio el Pez
podrá ser su portavoz.
Si acaso también a Antonio
se le calienta la frente,
podrá cargar con él
su sobrino el de Vicente
Que beban los de La Vega
cuyos nombres yo ignoro.
Me parece que uno lleva
el nombre de Isidoro
Sepamos o no llamarlos,
viene muy poco a este caso.
Interesa obsequiarlos
y, por tanto, vaya el vaso.
Bebamos cuanto podamos
y encendamos los pitillos
que el mundo aquí se queda
en poder de 4 pillos.
Poesía Anónima.
Recuperada por Margarita Alonso Corales