La Guerra de la Independencia. Episodios en el Alto Esla
Realizado por d. Alberto Gómez. Burón.
Invierno 2004
El día 2 de Mayo de 1808 se
inició en Madrid la guerra contra el ejército de Napoleón
, que ocupaba España. Duraría hasta 1814 y en esos años
se enfrentaron los ejércitos franceses con el ejército
regular español, por una parte, y con partidas de guerrilleros,
por otra.
Además de los hechos conocidos por todos (Dos
de Mayo, Bailén, Arapiles, San Marcial, Vitoria) tuvieron lugar
infinidad de enfrentamientos en toda la península. Vamos a
fijarnos en los que se desarrollaron en el noreste de la provincia
de León.
La ciudad de León fue ocupada desde los primeros
momentos por los franceses. La Junta Central inició el alistamiento
de los jóvenes, entre 16 y 45 años, alistamiento que
se llevó a cabo sobre todo en las zonas montañosas de
la provincia.
Se constituyó la Junta Provincial de Resistencia
para coordinar a los distintos grupos organizados; fueron vocales
de la misma, por la Merindad de Valdeburón, Francisco de Acebedo,
de Lois, y posteriormente Juan Bautista Gómez de Caso, notario
y primer juez de la merindad.
En el primer año de guerra los franceses realizaron
una incursión por el norte de la provincia. Durante meses la
montaña tuvo que soportar la presencia de tropas y frecuentes
combates. Las matanzas de prisioneros eran frecuentes así como
el incendio de pueblos, en represalia por las bajas que sufrían
en los combates y emboscadas.
Consta el incendio de los pueblos de Boca de Huérgano,
Pedrosa y Burón, motivado por ser centros de resistencia; la
villa de Burón, por su posición estratégica y
por ser capital de la Merindad, fue escenario de frecuentes combates.
Los tres pueblos fueron incendiados el mismo día,
5 de Abril de 1809. Los franceses perseguían al Cuerpo Franco
Asturiano, mandado por el comandante Juan Díaz Porlier, sin
duda por ayudar a estos en su huída. De la destrucción
causada por el fuego podemos hacernos una idea si pensamos que la
inmensa mayoría de los tejados de las casas eran de paja o
cuelmos de centeno, a lo que se añadía que la estructura
de las mismas era de vigas de roble.
Además del incendio, los franceses mataron
a algunos vecinos, según se documenta en distintos escritos.
Tomás Alonso fue asesinado delante de su casa, probablemente
por oponerse a que la quemaran. El funeral se celebró seis
días más tarde en la iglesia parroquial de Burón
estando presentes tres curas. El difunto era cuñado del cura
de Riaño.
También fue asesinada Catalina del Blanco,
esposa de Domingo García. De Tomás y Catalina dice su
partida de defunción que “no hicieron testamento ni recibieron
sacramento alguno por haber muerto violentamente a manos de los franceses”.
Otros dos muertos el mismo día fueron Isidoro
y Vicenta de Allende (soltero y viuda respectivamente) “quienes
hallándose gravemente enfermos y sin poder levantar de la cama
ni ser socorridos, fueron abrasados por el incendio que en todo el
pueblo ocasionó la furia francesa”. Sus restos fueron
enterrados el día ocho. También fueron enterrados varios
soldados, de los que dos eran franceses.
El 13 de ese mes de abril, Juan Bautista Gómez
de Caso, merino mayor de Valdeburón, comunica a la Junta Provincial
el incendio y las muertes, y pide “que los vecinos de los demás
pueblos del valle y de la merindad concurran por facendera a la construcción
de las casas, y acopio o acarreo de materiales, y que se les permita
acopiar las maderas necesarias de los montes de los lugares inmediatos
de La Vega, Escaro y Liegos”.
Es de imaginar la urgencia que la reconstrucción
de las casas tuvo para la población, antes de que la llegada
del invierno hiciese aún más difícil la vida
en la zona. El 4 de Enero de 1810 las justicias y los párrocos
de Pedrosa y Boca de Huérgano solicitan de la Junta que se
suspenda el alistamiento de los mozos, que son necesarios en el pueblo
para la reconstrucción de las casas incendiadas.
Las penalidades aumentan por la exigencia de Juan
Díaz Porlier de contribuciones a los pueblos, lo mismo que
desde abril de 1810 hacían también los franceses.
La ciudad de León estaba gobernada entonces
por el general francés Kellerman, que dominaba completamente
la montaña. Exige al pueblo juramento de fidelidad a José
Bonaparte, hace inventario de las joyas de las iglesias e impone a
la Merindad una contribución mensual de 15.000 reales.
En cada pueblo hay un destacamento de soldados, que
tienen que ser alimentados a expensas de sus habitantes. En Vegacerneja
mencionan setenta y cinco raciones. “Se comieron la vaca roja
de Santa Agueda, que llevaba en alparcería el vecino Pedro
Canal”. Sucedió entre mayo y junio de 1810, y parece
que estos mismos soldados mataron al cura don Aniceto, seguramente
por oponerse a sus exigencias.
La presencia de tropas francesas en la zona dura hasta
septiembre de este mismo año de 1810. La Guerra de la Independencia
prosiguió, con distintas vicisitudes. El mismo Napoleón
se vio obligado a venir a España para cambiar el rumbo de los
acontecimientos, que les eran desfavorables, pero tuvo que marchar
al cabo de un tiempo a atender otras urgencias de su amplio imperio.
En 1814 finalizó la ocupación del ejército francés.
En cuanto a Juan Díaz Porlier, que había
nacido en Cartagena de Indias en 1788, y que tenía, por tanto,
21 ó 22 años cuando comandaba el ejército que
pasó por nuestros valles, alcanzó renombre durante la
guerra (tomó al asalto la ciudad de León y estuvo en
la batalla de San Marcial) y llegó a General. Cuando terminó
ésta, destacó por sus ideas liberales, por lo que estuvo
enfrentado al gobierno del Rey absolutista que fue Fernando VII. En
1815 fue cabecilla de una conspiración contra el gobierno,
al que reclamaba el cumplimiento de la Constitución de Cádiz.
Fue arrestado y ahorcado en La Coruña ese mismo año,
a los 27, en plena juventud.
Fuentes:
“El concejo de Burón” de D. José Mª
Canal, quien a su vez cita a
“León en la Guerra de la Independencia” de D. Filemón
de la Cuesta
