Luchas
de ROMA contra Cántabros y Astures
Eran los años de apogeo del Imperio Romano,
el Emperador Augusto dominaba una buena parte del mundo conocido,
desde Mesopotamia hasta el Atlántico, todas las tierras
bañadas por el Mar Mediterráneo estaban sometidas
a Roma.
En Hispania, la presencia romana se remontaba
ya a 200 años en el litoral mediterráneo y, poco
a poco, había extendido su dominio a toda la península
tras las campañas contra Viriato y Numancia. Sólo
escapaba de su control el noroeste, en el que dos pueblos se
significaban en su resistencia, los cántabros y los astures.
Ambos ocupaban la zona montañosa de la
Cordillera Cantábrica actual, pero también se
extendían por la llanura inmediata del sur, poblando
las riberas de los ríos. La zona limítrofe la
marcaban los ríos Esla y Cea. El primero, entonces Astura,
pese a su condición de fronterizo, dió nombre
a los astures, que llegaban hasta El Bierzo por el Oeste. Los
cántabros vivían hacia el Este.
El año 27 a.C. Augusto decide intervenir
y pasa a Hispania desde la Gallia, junto con sus hijos adoptivos,
Marcelo y Tiberio. Tras una estancia en Tarragona, y ya en el
26 a.C., parten por la vía romana del Ebro con siete
legiones (5.000 hombres cada una) más las tropas auxiliares.
En total, unos setenta mil expedicionarios, un gran ejército
para la época.
El campamento base lo instala en Segisama (Sasamón,
Burgos), en tierras de vacceos y turmogos, próximas a
las de los cántabros. Probablemente fueron varios campamentos.
De ellos salieron tres columnas que se dirigen hacia las montañas,
una por el Pisuerga, otra por el Carrión y la tercera
por el Esla.
La primera gran batalla se libra “bajo los muros”
de Bérgida, que podemos situar en el actual Valle de
Valberga, compartido por los pueblos de Burón y Liegos.
¿Dónde estaba y qué era Bérgida
más exactamente? Lo más probable es que se tratase
de una población situada bajo el castro de El Corón,
a mitad del valle, subiendo a la derecha. El ejército
romano podía estar constituido por una legión,
5.000 soldados, más unos 1.000 jinetes, que habría
tenido que hacer frente a los resistentes, quizá unos
1.500, la mitad a caballo, procedentes de los distintos castros
de la zona. Cuando los cántabros se vieron rebasados,
se replegaron a pie y a caballo hacia Mampodre (al estar el
campamento romano en Valberga y Rabanal) y de allí pasaron
hacia el macizo de Peña Santa.
En esta zona, que los historiadores romanos
denominaron Monte Vindio, se establece un cerco desde todos
los puntos cardinales, para el que contaron con la ayuda de
la columna que había tomado el camino del Carrión,
además del ejército desembarcado en la costa,
en Nueva (Llanes). Después de un largo asedio, finalmente
consiguen que la mayor parte de los cántabros perezcan
de hambre. Augusto, enfermo, se retira a Tarragona. Posteriormente,
en Roma, consagró un templo a Júpiter Tonante
en el Capitolio por haber sobrevivido a un rayo. La fecha aproximada
sería Septiembre de 26 a.C.
Más al este, los cántabros se
hacen fuertes en la población amurallada de Aradillos,
cerca de la actual Reinosa. También en este caso el asedio
es largo, y toman parte, además de la columna llegada
desde el Pisuerga, el ejército de la costa, desembarcado
en Suances. Aradillos fue tomada y arrasada.
Concluida la campaña contra los cántabros,
al año siguiente, 25 a.C., se inicia la ofensiva contra
los astures. Estos, al contrario que los cántabros, cuya
táctica era más defensiva y se basaba en una guerra
de guerrillas, toman la iniciativa y descienden de sus montañas
en primavera con un “enorme ejército” por el valle del
Esla, con intención de sorprender a las legiones en sus
campamentos, pero son traicionados por los “brigecinos”, pueblo
que ocupaba la zona de Benavente. Los romanos, avisados a tiempo,
les derrotan después de una sangrienta batalla.
Los vencidos se refugian en Lancia, ciudad fuerte
situada en el actual cerro de Lance, junto a Villasabariego,
a 13 km de León. El asedio terminó con su derrota
y abandono de la ciudad. Con este hecho, el emperador Augusto,
presente de nuevo, da por concluida la campaña, licencia
a los veteranos (que fundan Mérida), y vuelve a Roma.
Pero aún tendrían lugar nuevas
revueltas. Un año después, el 24 .C., estalla
una rebelión de cántabros y astures, con el episodio
de la emboscada que tienden ambos pueblos a una guarnición
romana que iba a hacerse cargo de un obsequio de trigo al legado
de la Tarraconense, en la que perecen todos. Este hecho pudo
tener lugar en la zona limítrofe de ambos pueblos, en
la cabecera del Esla, y desencadenó una fuerte reacción
por parte de Roma, que destruyó e incendió campos
y poblaciones, además de cortar las manos de los rebeldes.
El nombre de Mampodre podría tener su origen en este
acto (manus putres).
En el 22 a.C. hay otra sublevación de
ambos puebos. Tras varias incidencias, la resistencia se centra
en el Monte Medullio (seguramente la actual Peña Sagra),
donde los romanos excavan un foso de 15 millas que rodea por
completo a los cántabros supervivientes. Estos, desesperados,
acaban suicidándose en masa utilizando sus propias armas,
el fuego y el veneno.
El año 19 a. C. se registra el último
enfrentamiento conocido, al asesinar los cántabros que
habían sido reducidos a la esclavitud a sus dueños,
y rebelarse de nuevo en Cantabria, donde fortificaron sus posiciones
y atacaron las guarniciones romanas. Pese al desánimo
y la indisciplina de su ejército, que no veía
la forma de doblegar a estos pueblos, Agripa exterminó
a todos los rebeldes en edad militar y los demás fueron
obligados a bajar del monte a la llanura desarmados.
Fuentes:
“Roma contra cántabros
y astures”, de D. Eutimio Martino
“Riaño: Cinco Villas. Ráfagas
históricas”, de D. José Mª Canal