Terminada la guerra de la Independencia
se alista en la expedición que al mando del General Morillo, se destina
a apaciguar nuestros territorios de América, que deseaban la independencia
de España, para lo cual ingresa en el Regimiento de Extremadura con el
grado de Teniente (2-12-1814), partiendo de Cádiz el 1-2-1815.
En América, a donde llega a primeros de abril de 1815 es donde empieza
a destacar entre sus compañeros, pues fruto de sus estudios en la Academia
de Ingenieros será la construcción de reductos, trincheras, levantamiento
de planos topográficos, etc. de máxima utilidad para el desarrollo de
las operaciones militares. A sus estudios universitarios deberá su cultura
para desenvolverse con soltura entre compañeros, subordinados y superiores.
Cualidades a las que hay que añadir su valentía y arrojo personal en los
innumerables combates contra los insurrectos; lo que le hace ir ascendiendo
profesionalmente y siempre por méritos de guerra, llegando a Brigadier
y el 11 de octubre de 1823 se le nombra Jefe del Estado Mayor del Ejército
de Perú, a los 30 años de edad.
En mayo de 1824 es tal el prestigio alcanzado por el brigadier Espartero
que el virrey La Serna no duda en encomendarle la misión de ir a España
a exponer de palabra al rey Fernando VI y su Gobierno cuanto allí estaba
sucediendo. Cumplida esta misión en España, embarca de nuevo el 9 de diciembre
de 1824, en el puerto francés de Burdeos con rumbo a América, siendo ese
día el de la batalla de Ayacucho, por la que se perdió el virreinato del
Perú para España; sin que Espartero participara en tal batalla como se
le ha querido atribuir.
En mayo de 1825 desembarca en el puerto de Quilca, desconociendo la derrota
de las tropas españolas, siendo hecho Prisionero de los seguidores de
Bolívar, siendo tratado con una inhumanidad de las que no hay ejemplo,
pudiendo salvarse del fusilamiento y de la prisión gracias a la intervención
de una dama "muy allegada a Bolívar" a la que recurrieron sus compañeros
de armas y en especial el abogado español Sr. González Olañeta, a la sazón
en el Perú. Recuperada su libertad emprendió el regreso a España desembarcando
nuevamente en Burdeos y una vez en nuestra patria fue destinado de cuartel
a Pamplona donde conoció a la señorita Jacinta Martínez de Sicilia y Santa
Cruz con la que contrajo matrimonio el 13 de septiembre, de 1827.
Tras breves destinos en Barcelona y Mallorca vuelve a la península para
participar en la guerra carlista, donde continuará los ascensos, siempre
por méritos de guerra; así como los títulos nobiliarios (Vizconde de Banderas,
Conde de Luchana, Duque de la Victoria,Duque de Moreli) con que le honra
la Reina-Regente y también el mando supremo del ejército isabelino, que
a partir de ese momento va de victoria en victoria, llegando al Convenio
de Vergara con el que se pone un fin honroso a la guerra civil, pues el
ejército carlista desde las acciones de Ramales y Guardamino se veía ya
totalmente derrotado.
Si el levantamiento del cerco de Bilbao, la Nochebuena del año 1836, le
dio fama a Espartero, la feliz terminación de la guerra con el "abrazo
de Vergara" en el que ambos ejércitos se abrazaron, de la misma forma
que lo hicieron sus respectivos jefes Espartero y Maroto, elevó al jefe
del Ejército isabelino a la apoteosis internacional, dando al mundo una
lección de hidalguía y caballerosidad que no ha tenido imitación todavía,
pues en el Convenio se estipulaba que todos aquellos oficiales y jefes
carlistas que reconocierana Isabel II como Reina de España, se integrarían
en el ejército con igual graduación y sin discriminación.
Terminada la guerra carlista la reina regente María Cristina de Borbón,
madre de Isabel II, cuya vida privada no era todo lo ejemplar que debiera,
siendo consentida y ocultada por el partido moderado para mantener;se
en el gobierno de la nación, llegó un momento en el que dicha vida privada
salió a la calle como represalia por la firma de la Ley de Ayuntamientos
por la reina regente, desoyendo el consejo de Espartero que ante la impopularidad
de dicha Ley le había suplicado que no la firmara. Se sublevaron las principales
ciudades de España y ante tales sucesos María Cristina se vio obligada
a renunciar a la Regencia antes que pasar por la vergüenza de quese debatiera
en el Congreso su verdadero estado civil (viuda, casada,...)ante los reiterados
estados de gestación y alumbramiento, ya que para ser Regente debía permanecer
viuda.
Tras esta renuncia de María Cristina, se reunieron las Cortes del Reino,
eligiendo Regente al general Espartero, por ser considerado el español
con más méritos para ello. Pero las intrigas políticas y envidias personales
no cesaron hasta derribarle de la Regencia, sin que ésta llegara a su
término legal, teniendo que expatriarse a Inglaterra donde fue acogido
generosamente y agasajado con arreglo a su rango, incluso por la propia
reina Victoria.
Cinco años duró el exilio de Espartero en Londres, durante los cuales
no faltó quién intrigara, avisando algeneral Narváez (el más encarnizado
enemigo de Espartero) a la sazón Jefe del Gobierno, de que Espartero pensaba
desembarcar en la península para provocar una sublevación; por lo que
Narváez dio una orden secreta en la que disponía, que si llegaba a suceder
tal desembarco Espartero fuera hecho prisionero y fusilado "sin mediar
más tiempo que el necesario para identificarlo". El tiempo se encargó
de demostrar que tal aviso o comunicado habíasido falso, por lo que Narváez
recapacitó e invitó a Espartero a regresar a España rehabilitándolo en
todos sus grados y honores. Retirose a Logroño, a donde Narváez le envió
un emisario anunciándole que iba a proponerle a la reina Isabel II que
le concediera el título de Príncipe, como acto de desagravio a su persona,
lo que Espartero rechazó de plano.
En 1854, la sublevación del general O'Donell hizo que la reina Isabel
II llamara a Espartero, quien trató de solucionar pacíficamente tal situación
formando un Gobierno presidido por él e incluyendo a O'Donell como ministro
de la Guerra. Gobierno que duró dos años (Bienio Progresista) debido a
las intrigas de O'Donell, que desplazó a Espartero para ocupar él su puesto.
Al despedirse Espartero de la Reina le dijo: "Cuando la revolución vuelva
a llamar a las puertas de este palacio no vuelva Vuestra Majestad a acordarse
de mi persona". Tras este desengaño político e ingratitud por parte de
la Reina, Espartero se retiró definitivamente a Logroño.
La revolución llegó en septiembre de 1868, pero en esta ocasión alcanzó
a la Reina, siendo destronada Isabel II, que tuvo que emprender el camino
del exilio. Espartero que desde su retiro de Logroño contempló estos acontecimientos
con gran pena y dolor, ya que una gran parte de su vida la había dedicado
a defender los derechos de la reina niña y a afianzarla en el trono de
sus mayores, vio que todos sus esfuerzos e ilusiones habían resultado
inútiles.
Reunidas las Cortes Constituyentes, trataron de elegir un nuevo Monarca
que no perteneciera a la familia Borbón y una gran parte del pueblo español
pensó en Espartero, hasta tal punto que el general Prim, Presidente del
Gobierno, le dirigió una carta ofreciéndole la Corona de España, que Espartero
muy dignamente rehusó.
Después la Corona Española fue aceptada por D. Amadeo de Saboya, quien
deseoso de conocer a tan egregio personaje le visita enLogroño, concediéndole
el título de Príncipe de Vergara. Tras el efímero reinado de este Monarca,
es proclamada la I República, cuyos cuatro Presidentes siguen rindiendo
pleitesía al viejo Caudillo; y por si no fuera suficiente el joven rey
Alfonso XII al recuperar el Trono de su Madre, desea también conocer al
Pacificador de España, visitándolo en Logroño.
De igual forma había ido desfilando por la capital riojana la mayor parte
de sus enemigos y correligionarios políticos (que en más de una ocasión
le volvieron la espalda) para entonar el "mea culpa" ante el sin par hijo
del carretero de Granátula, quien admirado y respetado por todos los españoles,
se extinguió tras una larga y azarosa vida el día 8 de enero de 1879 a
los 86 años de edad.
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