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Web dedicada la Montaña Oriental Leonesa, especialmente a los valles de Aleón, Alto Cea, Riaño, Sajambre, Tierra de la Reina, Valdeburón y Valdeón.

 

 

SOBRE EL VEZAR DE LOS GANADOS

Las veceras tienen su inicio en el mes de mayo y salvo excepciones funcionan hasta el San Miguel. La vez que se interrumpe en el otoño se continua en primavera del año siguiente, y si en una casa coinciden dos veceras sólo se atiende una, pasando la vez de la otra a otro vecino, más tarde cuando se estuviera desocupado éste tomaría el turno.
El dueño de los anímales tiene la obligación de sacarlos hasta el salido y allí recogerlos a su vuelta. Si después de arrear el pastor, que ha de tener más de 18 años, alguna res se volviera a casa es el dueño del animal el encargado de meterla de nuevo en vecera.

Texto extraido de la Revista Comarcal de la Montaña de Riaño

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Las Veceras en el Alto Esla
(Colaboración de Alberto Gómez, natural de Burón)

<<...Más explícitamente, esta área geográfico-longitudinal viene configurada por un eje cultural distintivo: la ideología de la casa. Efectivamente, la casa con sus posesiones y bienes que se transmiten linealmente afirma y prolonga la unidad familiar, la rutina de la vida ordinaria, la domesticidad y solidaridad, la producción material y el trabajo bien hecho; favorece un modo de vida homogéneo, genera relaciones vecinales y de valle muy concretas que cristalizan en asociaciones e instituciones de carácter comunal sobre pastos, riegos, veceras, aprovechamientos de montes, dehesas boyales, bosques y leñas regidas todas ellas por asambleas parroquiales, concellos, cofradías, consejos o conselís que garantizan la vigencia y funcionamiento de sus inmemoriales «ordinaciones» del común y privilegios de valle...>> del artículo "Antropología de los Pueblos del Norte de España"

Sin más, os relaciono el texto que nos ha remitido Alberto Gómez

LAS VECERAS. Su importancia en la vida de la Montaña.

El diccionario define la palabra “vecera” como “manada de ganado perteneciente a un vecindario y que se pastorea por veces, según las cabezas de ganado que corresponden a cada vecino”.

Es uno de esos vocablos arraigados que conforman la esencia de lo que es, más bien de lo que era, la vida rural de los pueblos de la Montaña, cuya economía se basaba muy principalmente en la ganadería vacuna. De ahí la gran importancia que tuvo la organización del sistema veceril, su variedad y la gran extensión del terreno comunal que se destinaba a ellas.

En la Montaña de Riaño se dieron cinco tipos distintos de vecera, según el tipo de ganado: de jatos, de añojos, cabaña, vacas paridas y vacas duendas (o de labor).

* A la vecera de jatos se echan los terneros de menos de un año.

* La de añojos reune los que tienen entre uno y dos años.

* La de la cabaña la componen tanto las novillas, que son las vacas jóvenes que ya han cumplido los dos años pero aún no han parido por primera vez, como aquellas otras vacas más viejas que pasan por un periodo largo de improductividad, y que son denominadas horras o escosas. También los sementales, cuyo número dependía del de vacas, y que normalmente era uno solo, a veces un novillo reproductor.

Como curiosidad, en Prioro llevaban a tres de los cuatro sementales que había. En Tejerina y Liegos, un ejemplar de semental o novillo era suficiente en esta vecera. En Burón, la vecera de cabaña también integraba a los añojos, machos y hembras. Maraña, por su parte, tenía una vecera únicamente de novillos.

* Las vacas paridas son aquellas vacas que han tenido cría durante el año, no se dedican a la labranza y están dentro del período de producción lechera. Por este aprovechamiento lechero y para amamantar a sus crías, salían y retornaban a la cuadra a diario, y solo se las uncía para trabajos ocasionales.

Es una vecera más numerosa que la de las vacas duendas pues cada propietario puede mandar sin límite; también las acompaña generalmente un semental.

* Las vacas duendas es la denominación peculiar que recibe el ganado “domado”, es decir, enseñado y dedicado al trabajo, por lo que permanecen más próximos al domicilio familiar. Hasta principios del siglo XX se le denominaba “ de los bueyes duendos”, ya que eran bueyes los que la formaban, pero ya desde hace muchas décadas han sido sustituídos por las vacas de labranza.

Esa necesidad de tener a estas vacas cerca para poder recurrir a ellas tan pronto como haga falta, y el interés por que reciban una mayor atención y mejor alimentación, aconseja destinarles buenos pastos que además están próximos al núcleo urbano. Estos prados se denominan “boiría, boyería o dehesa boyal”. También es habitual que en la época de mayores calores las vacas duendas volviesen a la cuadra en las horas centrales del día, las de mayor insolación.

En el tiempo en que los bueyes tenían interés económico en la Montaña (para el intercambio con Tierra de Campos) existió en algunos concejos, cuando el número de ellos lo permitía, una vecera de novillos o de bueyes jóvenes, machos de más de dos años. Ya se ha mencionado antes que sólo en Maraña se mantuvo hasta mediados del siglo pasado.

En Liegos las ordenanzas mandaban que, una vez seleccionados los novillos que irían para sementales, el resto fuesen inmediatamente capados. En Prioro estos novillos seleccionados para sementales más los toros de propiedad vecinal formaban un pequeño grupo que era sacado en vecera por una persona contratada al efecto, “el torero”. Esta vecera se iniciaba a mediados de septiembre, cuando se “echaban las derrotas”, o sea, cuando el ganado podía pastar libremente por todos los terrenos del pueblo, que debían quedar abiertos para su uso y aprovechamiento común. Este derecho es una reminiscencia de la antigua posesión y explotación común de todo el territorio del concejo y en todas las circunstancias.

En cada concejo, el número de veceras y de “atajos veceriles” estaba condicionado por las cabezas de ganado existentes. La fuente de la que tomamos estas notas centra su estudio sobre las cabeceras del Cea y del Esla (Valdeburón). Los pueblos de mayor población y mayor extensión de terrenos, Prioro, Burón, Acebedo, Maraña, dividían cada vecera en dos o más hatos o “atajos” veceriles para hacerlos más manejables y aprovechar mejor los pastos disponibles.

Así, en Prioro la vecera de bueyes llegó a tener cuatro atajos correspondientes a los barrios de Cásparo, Sotillo, Ondevilla y Codijal, cada uno de ellos con unas sesenta yuntas de labranza (120 cabezas). Acebedo y Burón tenían dos atajos de vacas duendas, dos de paridas, dos de añojos (en Acebedo uno de añojos y otro de añojas) y dos de jatos.

Los pueblos más pequeños, con menos personas disponibles y con menos cabezas de ganado, debían concentrar sus esfuerzos: Tejerina y Llánaves incluían en su vecera de cabaña a los añojos, y juntaban en otra vecera a las paridas y duendas.

Si no hay vecera, cada propietario debe ocuparse de mantener a sus reses en el establo, o de cuidar de ellas cada vez que salen a pastar, sobre todo antes de la recolección o de echar las derrotas.

Además de las veceras de vacuno citadas, también las hay de lanar y cabrío, que a su vez separan en vecera aparte a los corderos y cabritos de menos de un año. También en este caso, si las cabezas de ganado eran muy numerosas, se hacía mas de un “atajo”: mientras en Liegos había cuatro veceras (ovejas, cabras, corderos y chivos), en Tejerina las ovejas ya formaban dos atajos y en Prioro hasta cinco.

De forma excepcional entre todos los concejos, en Llánaves de la Reina ovejas y cabras salían en una solo vecera, al cuidado de un pastor y de un vecero.

Por norma, los sementales de lanar y cabrío se llevaban aparte de las hembras, normalmente con los corderos y cabritos, salvo en Lois, en donde salían en la vecera de los jatos. En los pueblos más grandes (Prioro, Acevedo…) y con un elevado número de sementales de ambas especies se formaba una solo vecera mezclándolos, hasta que se integraban con las respectivas hembras para aparearse. Así se regulaba el período de partos durante el año. Esta vecera de sementales no era atendida solo por los dueños de los animales, sino por todos los dueños de cabras u ovejas que se beneficiaban de este sistema.

Otras veceras que existieron durante un tiempo aunque no de forma generalizada fueron las de yeguas (al menos en los concejos de Valdeburón), las de burros (en los concejos de Tierra de la Reina, en Prioro, en Acevedo y en Ocejo de la Peña), y las de cerdos, ésta más generalizada en toda la comarca que las anteriores, aunque dejó de salir ya a fines de siglo XIX en Tejerina y en los años veinte en Valdeburón.

Fuente:La lucha secular por la supervivencia en la Montaña de Riaño”, de D. Pedro Gómez, natural de Liegos y profesor de Antropología Biológica de la Universidad de Oviedo.

Colaboración de Alberto Gómez, natural de Burón.

 
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