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Palacio de los Allende. Recuerdos de la niñez
Por Juan Ignacio y José Luis Álvarez
¿Volverá
el Palacio de los Allende a levantarse en el nuevo Burón?
El presupuesto Total es de 3.000.000 de euros y debe estar terminado
a finales de 2007. El presupuesto para el 2006 es de 1.158 euros¿?
La
Iglesia, las Escuelas, el Palacio
de los Gómez de Caso, el Palacio de los
Allende –conocido como La Casona-, los toriles,
el bar de Braulio, e, incluso, la ‘galleta’
del antiguo Ayuntamiento forman parte del paisaje para muchos buroneses
y descendientes. Los tres primeros se alzan a pesar de los avatares,
pero el último todavía espera a que alguien se decida
qué hacer con él.
¿Un parador de turismo o un centro de interpretación
de Picos de Europa?
Hablar
del Palacio de los Allende es nombrar a don Tomás Juan Allende,
nacido en Burón el 27 de diciembre de 1848. Este hombre,
hijo de Matías Allende y Petra Alonso
emigró a Bilbao. Dice la leyenda que fue empujado a dejar
su pueblo debido a que su situación era paupérrima.
Así dejó la villa con un pan bajo el brazo y calzando
un par de madreñas.
En
la capital vizcaína conoció a María
Plágaro, una joven de familia acaudalada con la
que casa. A partir de aquel momento, este buronés comenzó
a poner en marcha distintas empresas dedicadas a la industria del
carbón. Fue accionista y presidente de bancos y compañías
de ferrocarriles. Toda esta actividad le hizo trasladarse a vivir
a Madrid, donde poseía importantes inmuebles en el barrio
de Salamanca. En 1896 llegó diputado en Cortes en representación
de la comarca de Riaño y posteriormente Senador.
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Las dos torres de la parte superior de la foto
pertenecen al palacio de Don Tomás. Todo el prado que
vemos desde el Palacio hasta el tope y el lateral izquierdo
de la foto era "el Prado Barico" que junto a la espesa
arboleda que lo rodeaba pertenecía al Palacio dandole
un aire de señorial grandeza.
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Foto anterior al Pantano de Riaño. Este
es el Valle "Principal" de Valdeburón
que conjuntamente con los de Valdeón,
Sajambre, Riaño y Tierra
de La Reina conforman la Comarca de Riaño.
En el centro estaba el anterior pueblo de Burón y en
el punto indicado la amplia finca del Palacio.
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¡El más peque soy yo!, karlos y
junto con mi hermano Alberto, estoy en la "finca de Don
Alfredo", primo de Don Tomás. El edificio detrás
nuestro es el Palacio de Don Tomás visto desde un lateral.
Eran tiempos en los que se hablaba del Pantano aunque nadie
creía que acabaría llegando.
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El Palacio en los años 80. Un cortocircuito
había arrasado todo su interior y techumbres. Solo quedaban
los elementos no combustibles....
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Fotos inéditas de los años 40.
Cada uno hacía gracias con lo que tenía más
a mano¿?. Foto en el Prador Barico y el edificio es el
Palacio.
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Mi querida tía Angelita en una de las
ventanas de la planta baja del Palacio. Eran curiosas las persianas
de hierro que lo convertían en un verdadero fortín.
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Magnífica foto de los años 1910.
La pequeñes de los árboles delatan que son los
primeros años después de su construcción.
El Palacio fue construido siguiendo la estructura del antigua
palacio de los Gomez de Caso, ubicado también en Burón.
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Otra inédita y bucólica foto fechada
a finales de los años 60. Aparecen los arcos de la fachada
Principal. Don Tomás ya había muerto y se nota
como ya no está en su pleno explendor. Aún así
sus descendientes seguín acudiendo cada verano.
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Una vez más
os ofrecemos otra foto inédita del Prado Barico con el
Palacio de Don Tomás al fondo. También está
hecha en los últimos años de la década de
los 60. |
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Foto inédita. Palacio de Don Tomás.
Años 50.
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Foto inédita. Palacio de Don Tomás.
Años 50.
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Foto inédita. Palacio de Don Tomás.
Años 50.
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Una vez convertido en uno de los más
acaudalados españoles de su época, Don Tomás
quiso beneficiar a su pueblo natal...
Sobre
1913 don Tomás quiso levantar un lugar donde pasar los veranos
en su pueblo, donde hizo construir las actuales escuelas. El Palacio
o la Casona se levantó próximo al cementerio y ante
el prado Barico.
El recinto, cerrado con un muro de piedra, estaba compuesto también
integrado por la casa con cuadra para los caballos de tiro, un portalón
donde recoger los carruajes y los ‘rácanos’ de
entonces con los que la familia se desplazaba al pueblo, un lavadero
junto al arroyo –desviación del Esla que cruza Burón
desde el Pozo de la Hoz- y un grupo generador que, además era
aprovechado como sierra.
Del
palacio todo el mundo recuerda su señorial aspecto que daba
al viajante que doblaba la vuelta del Royo para llegar a Burón.
Sin embargo, no todos tuvieron oportunidad de entrar y menos de jugar
por sus salones en días de nieve y lluvia, eso si, estancias
vacías, porque los herederos de don Tomás lo desalojaron
a finales de los 60.
Los
que si accedieron al mismo, lo solían hacer por la puerta sur,
que daba al pozo. Por ella, a la izquierda quedaba la inmensa cocina,
con azulejos modernistas. Más adelante, un baño a la
izquierda y a la derecha uno de los grandes salones de abajo, con
ventanales inmensos y una altísima chimenea.
Un
poco más allá, a la derecha se abría el hall
de entrada, frente al que estaba una estupenda escalera de madera,
cuyo pasamanos era coronado por una especie de alcachofa gigante del
bronce. El hueco de la escalera, donde había un pequeñísimo
lavamanos y también albergaba un teléfono de manivela.
Alguno tuvo la oportunidad de descolgar el auricular y escuchar al
otro lado la voz de Hortensia, la célebre telefonista de Burón,
preguntando por el número que se deseaba.
Avanzando
por el pasillo, a la izquierda estaban la bodega y la despensa. Estos
eran dos lugares oscuros y tenebrosos llenos de baldas. Uno con alacenas
de rejilla y el otro con botelleros, en los que dejaron cascos vacíos
de telarañas y otros llenos, que a los labios de un menor parecían
que tenían líquidos que ardían. Frente a ellos,
al otro lado del pasillo, otro de los salones de abajo, el conocido
como de la pianola, al parecer de doña María.
Que
decir que los suelos eran de mosaicos y el pasillo estaba decorado
con azulejos, zócalo y jambas vitrificada de color azul oscuro.
En este había también abandonado un cochecito de niño,
con la rara particularidad de que era de gemelos. Cuantas ‘carreras’
se hicieron a bordo de éste a lo largo del pasillo con el mismo.
Lrriba,
una docena de estancias repartidas entre la primera planta y las dos
torres hacían de la parte superior un laberinto que a los ojos
de los chiquillos se hacía un parque temático de diversión,
cuando podíamos colarnos por alguna ventana “casualmente”
abierta por nosotros mismos.
Aquellos
cuartos de baño con las inmensas bañeras –aprueba
de una explosión nuclear- eran el escondite perfecto. Por no
decir de la enorme caja fuerte que existía en su interior y
que alguna que otra fantasiosa historia nos inspiraba.
La
vista desde la terraza con arcos de la primera planta era soberbia.
Aún se recuerda el olor a cerrado, a polvo húmedo en
esas frías estancias que al caer la tarde se volvían
lúgubres, haciendo que pusiéramos los pies en polvorosa,
huyendo de algún fantasma del pasado que se nos colaba en la
imaginación.
Un
lamentable cortocircuito arruinó el edificio, que quedó
en estado de abandono e impracticable para los antiguos juegos.
Una
vez llegó el pantano, fue desmontado piedra a piedra y trasladado
a la parte posterior de la finca de Don Alfredo, donde sufrió
rapiñas y desdenes.
Algún
día, espero, vuelvan a ponerse en pie esas paredes, y quizás,
con ellas, algún fantasma despierte en su interior.
Colaboración aportada por
Juan Ignacio y José Luis Álvarez.
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