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Web dedicada la Montaña Oriental Leonesa, especialmente a los valles de Aleón, Alto Cea, Riaño, Sajambre, Tierra de la Reina, Valdeburón y Valdeón.

Tradiciones y Relatos del Altoesla, Valdeón y Sajambre

 

Palacio de Don Tomás Alllede Alonso en su pleno esplendor allá por los años 1920

Este Palacio prodría ser Parador Nacional
El de Riaño fue el segundo Parador Nacional construido en época Franquista. Después del Parador de Gredos -cercano a Madrid- el de Riaño se construyó como reconocimiento a la belleza paisajística y abundante flora y fauna que atesora esta tan olvidada y expoliada Comarca. Después de muchos años y como confirmación de la condena del Pantano, La Administración lo derruyó no sin hacer la promesa de reconstruirlo "en cuanto fuera posible". En vez de hacerlo de nuevo realidad, desde entonces se han construido cientos de nuevos Paradores Nacionales como los cercanos de Fuente Dé (Liébana-Cantabria), Cervera de Pisuerga (Palencia) -a donde se llevaron casi todo el mobiliario del ya derruido de Riaño- y Cangas de Onis (Asturias). En la Comarca de Riaño seguimos esperando año tras año sin que la Administración tenga el mínimo de detalle de compensación por el daño causado.

Nota: Para más información del palacio de los Allende, ¡ Haz Click aquí !.

 

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Palacio de los Allende. Recuerdos de la niñez
Por Juan Ignacio y José Luis Álvarez

¿Volverá el Palacio de los Allende a levantarse en el nuevo Burón?
El presupuesto Total es de 3.000.000 de euros y debe estar terminado a finales de 2007. El presupuesto para el 2006 es de 1.158 euros¿?

La Iglesia, las Escuelas, el Palacio de los Gómez de Caso, el Palacio de los Allende –conocido como La Casona-, los toriles, el bar de Braulio, e, incluso, la ‘galleta’ del antiguo Ayuntamiento forman parte del paisaje para muchos buroneses y descendientes. Los tres primeros se alzan a pesar de los avatares, pero el último todavía espera a que alguien se decida qué hacer con él.
¿Un parador de turismo o un centro de interpretación de Picos de Europa?
Hablar del Palacio de los Allende es nombrar a don Tomás Juan Allende, nacido en Burón el 27 de diciembre de 1848. Este hombre, hijo de Matías Allende y Petra Alonso emigró a Bilbao. Dice la leyenda que fue empujado a dejar su pueblo debido a que su situación era paupérrima. Así dejó la villa con un pan bajo el brazo y calzando un par de madreñas.
En la capital vizcaína conoció a María Plágaro, una joven de familia acaudalada con la que casa. A partir de aquel momento, este buronés comenzó a poner en marcha distintas empresas dedicadas a la industria del carbón. Fue accionista y presidente de bancos y compañías de ferrocarriles. Toda esta actividad le hizo trasladarse a vivir a Madrid, donde poseía importantes inmuebles en el barrio de Salamanca. En 1896 llegó diputado en Cortes en representación de la comarca de Riaño y posteriormente Senador.

Las dos torres de la parte superior de la foto pertenecen al palacio de Don Tomás. Todo el prado que vemos desde el Palacio hasta el tope y el lateral izquierdo de la foto era "el Prado Barico" que junto a la espesa arboleda que lo rodeaba pertenecía al Palacio dandole un aire de señorial grandeza.

Foto anterior al Pantano de Riaño. Este es el Valle "Principal" de Valdeburón que conjuntamente con los de Valdeón, Sajambre, Riaño y Tierra de La Reina conforman la Comarca de Riaño. En el centro estaba el anterior pueblo de Burón y en el punto indicado la amplia finca del Palacio.

¡El más peque soy yo!, karlos y junto con mi hermano Alberto, estoy en la "finca de Don Alfredo", primo de Don Tomás. El edificio detrás nuestro es el Palacio de Don Tomás visto desde un lateral. Eran tiempos en los que se hablaba del Pantano aunque nadie creía que acabaría llegando.

El Palacio en los años 80. Un cortocircuito había arrasado todo su interior y techumbres. Solo quedaban los elementos no combustibles....

Fotos inéditas de los años 40. Cada uno hacía gracias con lo que tenía más a mano¿?. Foto en el Prador Barico y el edificio es el Palacio.

Mi querida tía Angelita en una de las ventanas de la planta baja del Palacio. Eran curiosas las persianas de hierro que lo convertían en un verdadero fortín.

Magnífica foto de los años 1910. La pequeñes de los árboles delatan que son los primeros años después de su construcción. El Palacio fue construido siguiendo la estructura del antigua palacio de los Gomez de Caso, ubicado también en Burón.

Otra inédita y bucólica foto fechada a finales de los años 60. Aparecen los arcos de la fachada Principal. Don Tomás ya había muerto y se nota como ya no está en su pleno explendor. Aún así sus descendientes seguín acudiendo cada verano.

Una vez más os ofrecemos otra foto inédita del Prado Barico con el Palacio de Don Tomás al fondo. También está hecha en los últimos años de la década de los 60.

Foto inédita. Palacio de Don Tomás. Años 50.

Foto inédita. Palacio de Don Tomás. Años 50.

Foto inédita. Palacio de Don Tomás. Años 50.

Una vez convertido en uno de los más acaudalados españoles de su época, Don Tomás quiso beneficiar a su pueblo natal...

Sobre 1913 don Tomás quiso levantar un lugar donde pasar los veranos en su pueblo, donde hizo construir las actuales escuelas. El Palacio o la Casona se levantó próximo al cementerio y ante el prado Barico.
El recinto, cerrado con un muro de piedra, estaba compuesto también integrado por la casa con cuadra para los caballos de tiro, un portalón donde recoger los carruajes y los ‘rácanos’ de entonces con los que la familia se desplazaba al pueblo, un lavadero junto al arroyo –desviación del Esla que cruza Burón desde el Pozo de la Hoz- y un grupo generador que, además era aprovechado como sierra.
Del palacio todo el mundo recuerda su señorial aspecto que daba al viajante que doblaba la vuelta del Royo para llegar a Burón. Sin embargo, no todos tuvieron oportunidad de entrar y menos de jugar por sus salones en días de nieve y lluvia, eso si, estancias vacías, porque los herederos de don Tomás lo desalojaron a finales de los 60.
Los que si accedieron al mismo, lo solían hacer por la puerta sur, que daba al pozo. Por ella, a la izquierda quedaba la inmensa cocina, con azulejos modernistas. Más adelante, un baño a la izquierda y a la derecha uno de los grandes salones de abajo, con ventanales inmensos y una altísima chimenea.
Un poco más allá, a la derecha se abría el hall de entrada, frente al que estaba una estupenda escalera de madera, cuyo pasamanos era coronado por una especie de alcachofa gigante del bronce. El hueco de la escalera, donde había un pequeñísimo lavamanos y también albergaba un teléfono de manivela. Alguno tuvo la oportunidad de descolgar el auricular y escuchar al otro lado la voz de Hortensia, la célebre telefonista de Burón, preguntando por el número que se deseaba.
Avanzando por el pasillo, a la izquierda estaban la bodega y la despensa. Estos eran dos lugares oscuros y tenebrosos llenos de baldas. Uno con alacenas de rejilla y el otro con botelleros, en los que dejaron cascos vacíos de telarañas y otros llenos, que a los labios de un menor parecían que tenían líquidos que ardían. Frente a ellos, al otro lado del pasillo, otro de los salones de abajo, el conocido como de la pianola, al parecer de doña María.
Que decir que los suelos eran de mosaicos y el pasillo estaba decorado con azulejos, zócalo y jambas vitrificada de color azul oscuro. En este había también abandonado un cochecito de niño, con la rara particularidad de que era de gemelos. Cuantas ‘carreras’ se hicieron a bordo de éste a lo largo del pasillo con el mismo.
Lrriba, una docena de estancias repartidas entre la primera planta y las dos torres hacían de la parte superior un laberinto que a los ojos de los chiquillos se hacía un parque temático de diversión, cuando podíamos colarnos por alguna ventana “casualmente” abierta por nosotros mismos.
Aquellos cuartos de baño con las inmensas bañeras –aprueba de una explosión nuclear- eran el escondite perfecto. Por no decir de la enorme caja fuerte que existía en su interior y que alguna que otra fantasiosa historia nos inspiraba.
La vista desde la terraza con arcos de la primera planta era soberbia. Aún se recuerda el olor a cerrado, a polvo húmedo en esas frías estancias que al caer la tarde se volvían lúgubres, haciendo que pusiéramos los pies en polvorosa, huyendo de algún fantasma del pasado que se nos colaba en la imaginación.
Un lamentable cortocircuito arruinó el edificio, que quedó en estado de abandono e impracticable para los antiguos juegos.
Una vez llegó el pantano, fue desmontado piedra a piedra y trasladado a la parte posterior de la finca de Don Alfredo, donde sufrió rapiñas y desdenes.
Algún día, espero, vuelvan a ponerse en pie esas paredes, y quizás, con ellas, algún fantasma despierte en su interior.

Colaboración aportada por Juan Ignacio y José Luis Álvarez.

 
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